Buen día,
amable lector:
¿Qué tal
amigos? Los saludo de nueva cuenta tras un merecido descanso y regresamos con
otra de mis vivencias dentro del mundo deportivo, donde les hablaré acerca de
un futbolista sudamericano que tuvo grandes momentos en el futbol mexicano y
logró quedarse en la memoria de muchos aficionados que tuvimos la oportunidad
de verlo en acción, formando parte de cuatro clubes aztecas durante su carrera
y que logró un par de títulos, estoy hablando del “Gato Salvaje” ecuatoriano
ÍTALO ESTUPIÑÁN en su paso por tierras aztecas desde mediados de los años 70s y
que tuvo alrededor de una década desplegando su buen estilo de juego.
Esta
anécdota es la primera que recuerdo haber tenido en mi infancia, ya que en 1974
su servidor tenía 5 años de edad y tenía la inquietud de aprender a leer, por
lo cual le pedía a mi hermana mayor Lourdes que me apoyara, pues miraba a mi
padre leer el Periódico Esto de manera que disfrutaba cada escrito, siendo un asiduo
amante de la lectura y me platicaba lo que decían esas líneas del apartado
deportivo de dicho diario para que yo pudiera ser parte de ese agradable
momento en torno a una de mis mayores pasiones como lo son los deportes, por lo
que mi hermana por fin accedió a cumplir mi deseo en unas vacaciones de fin de
curso.
De esa
manera inicia esta pequeña anécdota, pues en ese momento se hablaba y escribía
mucho de Ítalo Estupiñán como uno de los mejores jugadores del momento, siendo
constantemente nombrado en televisión con mucho sabor por el cronista Ángel Fernández
y se perfilaba como todo un referente en el Toluca hasta pasar al América,
además de ser un precursor de mi pasión al futbol durante mi niñez; cabe
mencionar que para el comienzo del siguiente ciclo escolar empecé a jugar
futbol y durante el trayecto que caminaba de la escuela al restaurante de mis
padres, que eran alrededor de 100 mts, me iba cabeceando el balón pegado a la
pared en alusión a Estupiñán como un gran rematador con la cabeza y donde su
servidor soñaba con ser como él.
Así
mismo, ese año cuando comencé a practicar el balompié, fuimos a un torneo a
Querétaro por parte de la escuela y si pasábamos a la final nos llevarían a un
juego en el Estadio Azteca contra Cruz Azul, cumpliendo mi sueño de disfrutar a
mi ídolo de esa época, sin embargo, años más tarde se acabaría el encanto, pues
el “Gato Salvaje” emigró al América y yo a ser fan de la máquina cementera.
Ítalo
Eugenio Estupiñán Martínez nació el 1ro de Enero de 1952 en la provincia de
Esmeraldas en Ecuador, siendo un elemento formado en el Macará del futbol de
Ecuador y debutó con dicha institución a los 18 años en 1970, disputando un par
de años hasta que emigró a El Nacional de dicho país, donde empieza a destacar
y logra ver acción en la Copa Libertadores por primera ocasión, saliendo
campeón de la liga ecuatoriana en 1973 y siendo seguido por muchos equipos
fuera de su país natal, entre ellos varias escuadras del futbol mexicano a
donde llegaría unos años después para continuar con una carrera que prometía
mucho y se vislumbraban buenas cualidades para el joven nacido en Esmeraldas;
cabe mencionar que Ítalo Estupiñán estuvo en la terma como nominado al mejor
jugador de América en 1972 tras sus buenas actuaciones con El Nacional.
Para la
Temporada 1974-75 llega a México para enrolarse en los colores del Deportivo
Toluca con un precio que causaba mucha expectativa en su desempeño y que logró
cumplir siendo monarca con el cuadro mexiquense en su primer año, siendo
protagonista aquel 26 de Junio de 1975 cuando el Toluca le ganó 1-0 a los
Panzas Verdes del León con una anotación de cabeza suya y que a la postre sería
el resultado que garantizaba el campeonato para los escarlatas, por lo que se
ganó el respeto y cariño de la afición en Toluca para posteriormente
convertirse en uno de los ídolos que ha tenido el conjunto de los Diablos Rojos
en su historia, además de regresar tras su retiro para desempeñar puestos
directivos en la organización de la capital del Estado de México.
En 1977 pasaría
a uno de los equipos referentes de México, como lo son las Águilas del América y
rápidamente se convertía en uno de los jugadores más seguidos por todo el
futbol azteca, ya que con sus cualidades mostradas en Toluca le daban esa
etiqueta de protagonista, siendo parte importante del primer título para un
club de Concacaf en la Copa Interamericana, donde los azulcremas levantaron el
cetro en 1978 tras derrotar a Boca Juniors de Argentina en la Gran Final con un
gol de Carlos Reinoso en tiempos extras tras tres encuentros jugados entre
ambas oncenas.
Tras su
paso con Toluca y América, el “Gato Salvaje”, como lo apodó el cronista Ángel
Fernández, regresaría a Sudamérica para enfundarse en los colores de la
Universidad Católica de Chile en la campaña de 1979-80, sin embargo, su paso
por tierras chilenas sería breve y retornaría a México con el cuadro de Atletas
Campesinos, para posteriormente sobresalir con el Puebla desde 1981 a 1983,
donde tomó un segundo aire en su carrera y se apuntó otro título, ahora con los
camoteros que eran dirigidos por un debutante Manuel Lapuente que tendría en
Ítalo Estupiñán a uno de sus hombres de confianza para realizar esa hazaña de
levantar la copa.
Después
de algunos años, puso fin a su etapa como jugador profesional en 1986 tras
disputar una temporada con el Émelec de Ecuador y dejando grandes impresiones
en México, donde se convirtió en un hombre recordado a través de los años con
par de campeonatos.
Enrolado
como directivo, regresó al Deportivo Toluca y emprendió un negocio en
Querétaro, para luego ser el coordinador de fútbol para
los Diablos Rojos del Toluca y supervisor de escuelas de fútbol para el
gobierno del Edo. de México, además de culminar un diplomado como entrenador de
futbol.
Lamentablemente murió el 01 de Marzo del 2016 en Lerma, Edo.
de México tras sufrir un infarto agudo en una plaza comercial, sin embargo, su
legado quedó marcado y muchos nos quedamos impresionados por sus grandes
cualidades en el terreno de juego.
Me despido de ustedes, agradeciendo el espacio que me
permiten y dedicando éstas líneas a dos grandes amigos americanistas como lo
son Pompeyo Campos Cedillo y José Ángel Astorga Palazuelos, además de enviarle
un saludo muy especial a mi hermana María de Lourdes Sánchez Dávalos.
Nos
escribimos pronto, amigos...
Jorge
Luis Sánchez Dávalos
jorge.deportes@hotmail.com